Encuentro Nacional: Visita al Geoparque Molina de Aragón-Alto Tajo
Publicado el 3 noviembre 2014 | Archivado en Otras noticias | Salir del comentario
La Asociación ha realizado recientemente del 10 al 12 de Octubre de 2014, con motivo del Encuentro Nacional, la visita al recién declarado Geoparque Molina de Aragón- Alto Tajo.
Tuvimos unas jornadas maravillosas en las que disfrutamos de la naturaleza y las sorpresas geológicas que posee esta importante comarca. Leed más abajo una excelente y detallada crónica hecha por nuestro compañero Juan Martínez Sánchez. También pueden verse noticias al respecto en medios locales:
http://www.latrompetilla.es/page/3/
ENTRE PEÑAS Y SABINAS. Crónica de una excursión Fulbrighter al Geoparque de Molina de Aragón
El fin de semana del 10 al 12 de octubre tuvo lugar un nuevo capítulo de nuestro ya célebre y prestigioso programa de viajes. Esta vez el destino era Molina de Aragón, su Geoparque y el Parque Natural del Alto Tajo. Corresponde a nuestra querida compañera Clara Hombrados, nacida y criada en la comarca molinesa, la feliz idea de promover esta interesante y prometedora visita.
Los primeros augurios del viaje fueron un tanto decepcionantes, el Servicio Meteorológico anunciaba lluvias abundantes en toda la zona durante esos días. Pero nadie se arredró ante esa minucia. Ya se sabe que los fulbrighters somos gente recia que no nos dejamos impresionar fácilmente. Así que todos los expedicionarios nos proveímos de vestimentas y equipos adecuados para la situación y, así pertrechados, partimos con gran determinación rumbo a Molina de Aragón.
Llegados que fuimos a la ciudad (sí, Ciudad, porque tal título ostenta concedido por las Cortes Españolas, no como otras aldeas, incluso villas, nos dirigimos al Ayuntamiento en donde nos esperaba el Alcalde, D. Jesús Herranz, y un concejal D. Luis Palacios. Allí, en el bello Salón de Actos, que en otro tiempo fue iglesia y convento, tras unas palabras de introducción de Clara seguidas por una breve explicación de José Manuel Pardo sobre nuestra Asociación, la propia institución Fulbright en el mundo y nuestro interés en conocer la zona, tomó la palabra el Alcalde quien nos dio la bienvenida y resumió la larga historia y avatares de Molina de Aragón a lo largo de su dilatada existencia.Los molineses fueron en tiempos pasados celtíberos, romanos, árabes almorávides, judíos, castellanos, independientes , aragoneses, de nuevo castellanos y hasta hoy. La situación geográfica de Molina explica en buena medida este hecho: se trata de un territorio de frontera que a menudo separó pueblos o bandos en conflicto, lo que ha dejado su impronta en el carácter de sus habitantes quienes, como decía el Alcalde, en unas cosas se asemejan a los castellanos y en otras a los aragoneses. El acto finalizó con la entrega a los anfitriones del pin y del libro conmemorativo del 20 aniversario de la Asociación.
A continuación, acompañados por Yolanda, la amable y muy informada guía de la Oficina local de Turismo, iniciamos un recorrido por la localidad, que fue creada, tras la Reconquista, como cabeza y sede del Señorío de Molina por Alfonso I el Batallador en 1.128, y cedida poco después a la Corona de Castilla por su hermano y heredero Ramiro II. Varias veces cambió de manos Molina, de cristianos a musulmanes y viceversa, hasta que en 1.139 el Señorío fue conquistado por Manrique de Lara y pasó a ser Señorío independiente de esta familia. Durante la guerra entre las coronas de Aragón y Castilla, en el siglo XIV, pasó a la soberanía aragonesa por libre decisión de sus habitantes, deseosos de eludir la incompetencia y el mal gobierno de sus autoridades, nombradas por Enrique II de Castilla (¡nada hay nuevo bajo el sol¡). En 1.375 volvió a la Corona castellana como dote de la reina Leonor de Aragón en su boda con Juan de Castilla. Grande y heroico debió ser el coraje de los molineses en la Guerra de la Independencia porque resentidas manos militares francesas la incendiaron. En compensación, las Cortes Españolas concedieron a Molina el honroso título de Muy Noble y Muy Leal Ciudad.
Molina de Aragón está rodeada por tres anillos de altas murallas, uno muy bien conservado, lo que da una idea de la gran importancia estratégica que siempre le concedieron sus habitantes. El río Gallo, que la atraviesa y embellece, discurre bajo el Puente Románico y da al conjunto un aire medieval inconfundible. Siempre acompañados de nuestra amiga Yolanda fuimos recorriendo la población, lo que nos permitió ver los edificios más singulares: las iglesias (la de Santa Clara realmente admirable), el Monasterio de San Francisco, con la figura de su Giraldo de espadaña, los numerosos palacios señoriales, entre ellos el solar familiar de los Malo de Molina y el del Virrey de Filipinas Juan de Valdés. Está bien a la vista que Molina de Aragón fue durante mucho tiempo una población de considerable importancia económica y política.
Siguiendo nuestro itinerario entramos en los barrios moro y judío; en este último se han descubierto recientemente nuevos edificios en el Prado de los Judíos, como la sinagoga y la escuela talmúdica, que están siendo estudiados por expertos. No tendría nada de extraño que en los años venideros se hagan nuevos descubrimientos que demuestren la relevancia de la antigua judería de Molina de Aragón, habida cuenta de su ubicación geográfica, no lejos de algunos de los núcleos culturales judíos más influyentes de la época.
Finalizamos nuestro instructivo y delicioso paseo nocturno en el Museo de Molina. Párrafo aparte merece este centro y, en particular, las animosas personas que lo han imaginado, diseñado, construido y mantenido con un rigor científico que solo puede explicar un enorme amor a la Ciencia, a la Naturaleza y a Molina de Aragón. Se trata de un grupo de naturalistas e historiadores que, con altruismo y mucha dedicación, han logrado que ese espacio sea un fiel reflejo del entorno natural de toda la comarca, incluído el Parque Nacional del Alto Tajo, enriquecido además con aportaciones de carácter antropológico y etnológico ilustrativas de la larga historia humana de la zona. Sus actuales secciones de Geología, Zoología (vertebrados) y Entomología serán complementadas en un futuro próximo con la de Botánica. En la primera ya trabajan nuestros amigos geólogos Enrique Díaz Martínez (investigador del IGME y exbecario Fulbright) y José Antonio Martínez Perruca (científico y gestor del Museo), nuestros guías-profesores del día siguiente. El inquieto y creativo grupo, del Museo de Molina, merecedor de reconocimiento por su labor de divulgación científica, ha recogido el espíritu y el carácter de aquellos naturalistas españoles que en siglos pasados, sin ayuda alguna de los poderes económicos públicos ni privados, hicieron avanzar las ciencias por pura vocación.
La visita se dio por finalizada con un refrigerio en el mismo Museo, entre lagartos , alimoches y peñascos. La excursión comenzaba con buen pie.
El día siguiente, sábado, era el día grande para los expedicionarios. Clara, Enrique y José Antonio habían preparado un itinerario muy completo y atractivo por el Geoparque , calculando el horario al que debíamos ajustarnos, programa que, como buenos españoles, no cumplimos. Por fortuna, el Geoparque es tan extenso y rico en lugares de interés geológico que los que visitamos no defraudaron a nadie. Y los que nos fue imposible visitar por falta de tiempo los dejamos para una segunda expedición en el futuro.
Comenzamos el recorrido por las Salinas de Armallá,
un buen ejemplo de arqueología industrial hoy en restauración con fines didáctico-divulgativos-. Es ésta una de las varias salinas del Alto Tajo, originadas por las filtraciones al subsuelo del agua de lluvia procedente de las parameras calizas, porosas por tanto, hasta quedar retenidas en él en las capas arcillosas/yesosas del Triásico superior (vulgo “Trifásico”, según algunos…). El agua retenida se saliniza al disolver las sales que contienen esas rocas, y es extraída a través de un pozo, por bombeo accionado por animales o energía eólica. tras lo que se vierte en las llamadas “eras”, espacios allanados que retienen el agua con poca profundidad;, y en los que el sol, evaporando el agua, hace el resto. La instalación cuenta con edificios para el almacenaje de la sal y viviendas para los trabajadores, éstas últimas situadas en una ladera cercana en donde existen manantiales de agua dulce. En los alrededores de las Salinas hay otros lugares de interés, como la laguna de Taravilla y sus formaciones tobáceas, que no pudimos visitar. Ya la veremos en la segunda excursión.
Continuamos nuestra marcha, siempre con el solvente asesoramiento geológico de Enrique y José Antonio sobre todo lo que se nos ponía a la vista, y nos dirigimos a la zona de Checa, y en concreto el lugar conocido como Aguaspeña.
Enrique ya nos había hablado de las tobas calcáreas, rocas de origen «reciente” (entiéndase este término en sentido geológico, “sólo” tienen unos cien mil de años), tan reciente que algunas aún están en proceso de formación. Las de Aguaspeña son un ejemplo visible e irrefutable del curioso fenómeno que las genera: El carbonato cálcico disuelto en el agua se va acumulando, por precipitación, en cauces y superficies bañadas por aguas que lo contienen. En este caso se trata de una peña recubierta de musgo sobre el que resbala el agua de un manantial, de forma que el carbonato va recubriendo poco a poco el musgo, petrificándolo, convirtiéndolo en roca tobacea sobre la que, de nuevo, crece el musgo. Este proceso se repite indefinidamente, la roca va así creciendo, “engordando” hasta adquirir tamaños muy respetables. Aparte de su interés científico el lugar, espléndido, es de gran belleza natural y permite incluso conocer el contorno de la roca caminando por una pasarela que la rodea. Siguiéndola recibimos todos la más agradable, palpable y evidente lección de geología práctica en vivo que imaginarse pueda.La Tejera, también en Checa, fue nuestra siguiente estación. Muchos son los atractivos de esta zona pero hay uno que dio mucho que hablar y se hizo famoso: El “meteorito”. Se trata de un bloque rocoso de arenisca incrustado en pizarras laminadas, cuyo misterioso origen dio pábulo para todo tipo de teorías entre la población. Su procedencia es harto singular, casi increíble si no hubiera una abrumadora evidencia científica que la demuestra. Esa roca procede de… ¡un iceberg!. Durante el Paleozoico, concretamente, hace unos 445 millones de años, la superficie de la Tierra era muy distinta, aún no se habían formado los continentes actuales y la pequeña placa de la Península Ibérica se ubicaba cerca del Polo Sur, formando parte de un gran continente llamado Gondwana. Hubo glaciaciones que dieron lugar a glaciares que arrastraban hasta el mar no solo el hielo sino también otros materiales y rocas. Igual que ocurre hoy, los icebergs flotaban en el mar hasta fundirse, depositando en el fondo marino las pesadas rocas que contenían, las cuales se iban cubriendo lentamente de sedimentos arcillosos que acabaron convirtiéndose en pizarras. Es asombroso, pero este ha sido el periplo por el que esos bloques rocosos han llegado hasta su ubicación actual en La Tejera. No es de extrañar, pues, que se los conozca con el nombre de “dropstones” o por el más castizo de “cadilitos”, como las llaman en Iberoamérica. En definitiva, piedras caídas.
En el mismo emplazamiento se encuentra un yacimiento de los llamados “graptolitos”, fósiles de animales planctónicos incrustados en capas sedimentarias. Datando éstas se ha podido conocer qué organismos poblaron la Tierra en cada período y ello ha permitido reconstruir el proceso evolutivo de las especies. En La Tejera se han encontrado más de 60 especies de graptolitos que, a su vez y procediendo de manera inversa, han facilitado o confirmado la datación de otras rocas en las que se han encontrado estos interesantes seres, hoy extinguidos. No se conocen organismos vivos semejantes a los graptolitos, por lo que este bien conservado yacimiento se ha convertido en una referencia para los científicos de todo el mundo.
Consecuencia nada desdeñable del conjunto de La Tejera es el hecho de que su conservación y protección ha permitido la clausura y recuperación parcial de un área que había sido convertida en vertedero de residuos de construcción y demolición , probablemente incontrolado. En un país, como el nuestro, en el que el número y situación ambiental de vertederos de todo tipo de residuos ha venido siendo uno de los problemas ambientales más graves y causa de muchos otros conviene subrayar este beneficio adicional.
Camino de Chequilla, aldea próxima, hicimos otro alto en el camino para contemplar, asombrados, los torreones rocosos o monolitos de areniscas y conglomerados resultado una vez más de la acción erosiva del agua a través de fracturas y diaclasas (planos de debilidad), labor en la que las raíces de plantas que crecen en esas oquedades también contribuyen. Es por este proceso que se han “tallado” geológicamente esas moles rocosas.En sus cimas no son raros los huecos aprovechados en otros tiempos como aljibes para almacenar agua y hielo. Los monolitos de Chequilla imponen al contemplarlos. Uno de ellos sobrecoge verdaderamente, pues tiene el perfil de una monstruosa roca carnívora ante la que nadie querría encontrarse en una oscura noche invernal de tormenta…
La siguiente etapa fue algo menos científica, ya que nos detuvimos en el parque de Chequilla, instalamos unas mesas y procedimos a dar debida cuenta de los variados y sabrosos contenidos de las cestas de campo que portábamos al efecto. Algunas habrían sido una tentación irresistible para el oso Yogui, pero si andaba por allí no le dimos tiempo, ya que fuera por hambre o como homenaje gastronómico al Geoparque el hecho es que tortillas y embutidos desaparecieron en un santiamén.
Bien nutridos y con renovadas fuerzas nos dirigimos hacia el propio río que da nombre al Parque Natural, parando frente a la explotación minera de caolín de Poveda de la Sierra. En esta mina a cielo abierto se explotan las arenas caoliníferas de la zona, actividad de gran importancia social y económica para toda la comarca, pero lo es a costa de un precio ecológico que, es de suponer, se habrá minimizado mediante las medidas de prevención, recuperación y restauración, de obligado cumplimiento, que se imponen a los responsables de la mina en la correspondiente Declaración de Impacto Ambiental. Observada desde la distancia, se puede apreciar a simple vista que ese impacto es alto, una gigantesca mordedura en la montaña destaca en el horizonte entre el verde intenso del paisaje. Pero no es este daño estético el más grave, pues hay otros daños potenciales con posibles consecuencias ecológicas más funestas si no se adoptan medidas preventivas y de buena gestión de la explotación. Contemplando la mina vienen a la mente cuestiones muy debatidas, recurrentes, como los límites al desarrollo, el necesario equilibrio coste ecológico/beneficio económico, la reversibilidad o reparabilidad de los daños al entorno ambiental, la solidaridad intergeneracional y otras similares, todas ellas de fácil respuesta teórica pero de ardua y difícil materialización en la práctica. En España rigen desde hace años algunas normas de protección ambiental específicas para las explotaciones mineras que esperamos se estén aplicando en este caso.
Un poco más adelante llegamos a la zona de Peñalén, en donde se encuentra la Sima de Alcorón. Esta área recreativa del parque se sitúa sobre las rocas calizas y dolomías cretácicas formadas en un antiguo mar hace “sólo” unos 90 millones de años. El agua, siempre presente y activa en la zona, las ha ido disolviendo dando como resultado simas y cuevas, cuando esa acción era interna, o las ciudades encantadas cuando el resultado de la acción queda expuesto en superficie. La Sima de Alcorón tiene una profundidad de 62 metros y en su fondo existe una pequeña charca en la que desaguan manantiales laterales. Nuestro descenso fue algo dificultoso y no exento de cierto riesgo, pero en todo caso hubiera sido imposible si no se hubieran dado dos circunstancias afortunadas: La existencia de una escalera labrada en la roca, y el hecho de que Enrique, José Antonio y algunos fulbrighters, avezados excursionistas, llevaban linternas en sus mochilas. Todos los demás nos aprovechamos de nuestros previsores colegas. Es de justicia destacar la valentía de nuestras acompañantes más jóvenes, las babyfulbrighters como Eva (hija de Luis y de Loreto) y las youngfulbrighters Martina (hija de Antonio y Berta), Irene y Diana (ambas hijas de Fernando y Clara). Daba gozo ver la cara de curiosidad de Eva que, con sus 2 años, parecía estar inspeccionando el recinto cuando, en brazos de su padre, descendía por la peligrosa escalera impávida y sin el menor asomo de sentir miedo. A la salida,en el paseo hasta el autobús, pudimos comprobar que este será un buen año de setas. En la ruta de vuelta hacia el río Tajo vimos desde lejos el imponente Mirador de Zaorejas, que quedó pendiente para esa próxima excursión por la zona.
El retorno a Rillo de Gallo, nuestra base logística, lo hicimos siguiendo una carretera que nos llevaba por el Barranco de la Hoz. Enrique y José Antonio, infatigables en su labor informativa, aprovecharon los últimos minutos de luz de la agradable tarde otoñal que disfrutamos para hacer una postrera parada frente a uno de los múltiples pliegues de calizas jurásicas que pueden verse en el Geoparque. Las calizas se formaron en los fondos marinos tropicales hace unos 200 millones de años, a una ”velocidad” de algún milímetro por año. La acción sobre ellas de la orogenia Alpina, dio lugar a este fenómeno de los plegamientos, cuando el mar que cubría el Alto Tajo se retiró al acercarse las placas tectónicas africana y euroasiática presionando en dos direcciones opuestas, como en un sándwich, la que hoy es la Península Ibérica. La deformación de nuestra microplaca tuvo como resultado la aparición de nuevas cadenas de montañas, entre ellas los Pirineos y las cordilleras Bética e Ibérica. En esta ocasión estábamos ante un plegamiento originado por desplazamientos en direcciones distintas de bloques colindantes, una parte de la masa rocosa asciende y la vecina se desplaza lateralmente arqueándose así los estratos que las componían. Debido al perfil que adquieren estos estratos las formaciones como la que teníamos delante son conocidas como pliegues “en acordeón”.
La intensa jornada vivida se dio por finalizada , ya de noche, frente a la Ermita de la Virgen, en el Barranco de la Hoz, donde pudimos ver poco más que las sombras que dibujan en el cielo sus espectaculares torreones de conglomerados y areniscas. Tanto nos impactaron estas enhiestas moles de colosal tamaño que decidimos volver el día siguiente para contemplarlas con luz, comer en el restaurante cercano y dar allí por terminada nuestra aventura molinesa. Así lo hicimos.
Cansados pero felices llegamos a nuestras casas rurales de Rillo de Gallo con el tiempo justo para asearnos y dirigirnos al Asador del pueblo para la cena. El cordero asado y el bacalao que nos sirvieron estuvieron a la altura de las mejores tobas altotajeñas.
El domingo 12 concluía nuestra visita pero los expedicionarios queríamos aprovechar hasta el último minuto, por lo que decidimos seguir un segundo circuito que incluía el paraje en donde se encuentran las huellas petrificadas de reptiles, el mirador de la Peña del Lirio y el Castro celtíbero de El Ceremeño. Pasaríamos cerca de la Estación de Astacicultura, centro en el que trabajan para la recuperación y repoblación futura de nuestros ríos con el cangrejo autóctono, especie en peligro de extinción. Todo ello, con una nueva visita intercalada al Barranco de la Hoz, donde comeríamos.
En las afueras de Rillo encontramos el Merendero de la Fuente del Cura, un lugar calmo y relajante muy popular entre los lugareños. A tiro de piedra de él se encuentra la ladera de las huellas petrificadas. Sobre una superficie rocosa y lisa resaltan los moldes correspondientes a de patas de reptiles. Se trata de a los huecos que dejaron esos animales a su paso sobre materiales blandos, y que se fueron rellenando con otros materiales que se petrificaron con el tiempo. Posteriormente los materiales más blandos han desaparecido por la acción del agua y han quedado esos “moldes” de las patas como relieves en la roca. Por su tamaño y distribución debió tratarse de lagartos de tamaño considerable.
A continuación nos dirigimos al Mirador de la Peña del Lirio, atalaya geológica desde la que se divisan las cumbres montañosas que separan las vertientes del Tajo y del Ebro. José Antonio nos fue mostrando algunos de los parajes del Parque que no podríamos visitar por falta de tiempo, como el Bosque Fósil, – 240 millones de años de antigüedad- y algunas minas abandonadas.
Y así terminó propiamente nuestra visita al Geoparque, aunque aún tuvimos ocasión de disfrutar de una visión diurna del entorno de la Casa de la Ermita, en el Barranco de la Hoz, cuando volvimos a comer en el restaurante que lleva su nombre.
Tras la comida nos desplazamos a la pequeña aldea de Herrería, donde se encuentra el castro celtíbero de El Ceremeño.
No encontrábamos la llave para abrir la frágil verja que lo rodea pero como el grupo no era nada proclive al desánimo, como ya ha quedado dicho y demostrado, buscamos un hueco en la malla metálica y por una especie de butrón, a lo caco Bonifacio, nos colamos todos en el recinto. El castro se encuentra en bastante buen estado, ha sido ligeramente restaurado y permite hacerse una idea aproximada de la distribución de espacios en el poblado, así como de las construcciones que en él había. Unos paneles informativos nos ayudaron a interpretar el tipo de vida que llevaron sus pobladores.
En el castro, ante las ancestrales ruinas de nuestros antepasados celtibéricos, dimos por finalizada nuestra esperada e ilustrativa aventura molinesa.
En nombre de todo el grupo damos las más sinceras gracias
Al Ayuntamiento de Molina de Aragón, a su Alcalde Sr. Herranz y a su Concejal Sr. Palacios por su cordial acogida,
A la Oficina Municipal de Turismo y muy especialmente a Yolanda, su muy competente y amable guía,
A todos los responsables del Museo de Molina de Aragón, por su entusiasmo y su labor pedagógica,
A Enrique y José Antonio, nuestros competentes profesores durante todo el viaje, por sus enseñanzas, su paciencia y su dedicación al Geoparque,
A Marta Perruca, por su dedicación al Geoparque y sus atenciones con el grupo,
A los fulbrighters juniors que nos acompañaron, Eva, Martina, Irene y Diana por su simpatía, valentía y alegre saber estar,
Y, finalmente, a la Naturaleza , que nos ofrece todos los días el maravilloso espectáculo gratuíto del Geoparque y el Parque del Alto Tajo.
Comentarios
No hay mas respuestas